Sangrientos saludos, o como dirían en Tailandia: Sangrientos sawadee kaa:
Hoy he vuelto después de 18 días de fantástico viaje a Tailandia y Camboya, que se podrían resumir en: Mucho calor, templos, ruinas, calor, orquídeas, piscina, mosquitos, calor, comida picante, guías pervertidos, mecadillos y, por supuesto, cantidades ingentes de calor.
No es que quiera contaros mi vida, pero que coño, si estáis aquí es por que algo os interesa, así que os la contaré:
Sicilia, 1920...
Lo más maravilloso de mi multitud de viajes al extranjero es que en todas partes hay una lengua comun; no es el inglés, ni comunicarte con gestos, ni siquiera es decirlo en español y a ver si pillan algo, no: el idioma internacional es el dinero.
Y funciona, muy bien, oyes.
En Tai (como lo llaman allí) NADIE habla inglés. Tú llegas y supones que en el hotel y en los lugares para turistas te entenderán en la clásica lengua de Shakespeare, pero no. Todo son follones hasta que pones sobre la mesa el taco de Mortadelos (Al igual que el Mortadelo autóctono en España es el Euro, en Tailandia es el Bath deberían querer tener una economía muy limpia para ponerle ese nombre-)
Bien cargados con el diccionario Turista-Pasta, Pasta-Turista, se te abren las puertas internacionales del conocimiento y el saber. Me ha pasado lo mismo en todas partes. Y, como no voy a perder la oportunidad de enumerar los países en los que he estado para daros envidia, pues allá va la lista:
Italia (3 veces)
Egipto (2 veces)
México (2 veces)
Túnez (2 veces)
Francia (No sé ni cuantas veces)
India
Turquía
Grecia
Santo Domingo
Gran Bretaña
Bélgica
Tailandia
Camboya
Portugal
Mónaco
Todos los viajes terminan con varias anécdotas dignas de pasar a la posteridad de las anécdotas. En este caso, la más reciente sucedió el día en el que en Bangkok decidimos ir a un restaurante japonés para poder comer alimentos civilizados (mi padre no comparte esta definición, pero da igual)
Aquí hace falta hacer una explicación: hay una cosa que se toma mucho en la cocina japonesa, que es el jengibre en láminas. Su nombre correcto es Gari, y para aquellos que nunca lo hayan probado, consiste en una laminita rosada o amarillenta con olor a desodorante y sabor a toallita de colonia de la que te ponen en los aviones. Los japos la usan para cambiar el sabor entre una pieza de sushi y la siguiente.
Yo las uso para alejarla de mi plato lo máximo posible, porque lo odio.
Desgraciadamente, en mi familia hay grandes detractores y grandes fanáticos de gari, así que lo solucionamos pidiendo que nos pongan el gari en un plato a parte y no junto al sushi, que es donde suele estar.
A la simpática camarera tai le intentamos explicar esto mismo: Plis, can yu put de gari in a pleit, plis? Wi don laik it güit the sushi... y la camarera: bat... Lamineit gari? Y nosotros: yes, yes... bat in a pleit. Y la nena: bat... lamineit natural gari? Natural? no cuquet? Y yo empeñada: Dat yes, dat yes...
Y la chica asiente, sonríe y se marcha como cualquier tailandés ante un turista: Muy sorprendida.
Al cabo del rato, aparece la camarera de nuevo y nos pone el sushi en la mesa (con un montón de gari en el mismo plato, a lo que nosotros nos quedamos así O_oU ) y, finalmente pone un platito chiquitín lleno de lonchitas que, aparentemente y por la peste de sus efluvios, concluimos que es ajo natural en lonchitas.
Maravilloso.
Yo levanto mi mantita hacia la muchacha que parecía muy orgullosa de sí misma y le digo: eh, gueiter... ai sei "gari", no "garlic"...
Y eso es todo lo que tengo que decir sobre la guerra de Vietnam.
Un arañazo inconmensurable:
La cacho JeiFarfy